lunes, 26 de noviembre de 2007

SENTIMIENTO ALBO DEL GRAN VITOKO.

Es increíble cómo el destino de este Purkuyenino se entronca en un BLANCO radiante, pues su padre, ocho hermanos, tres tíos, unos pocos primos, tres sobrinos, muchos amigos, varios profes y auxiliares purkuyeninos, estudiantes y funcionarios de corazón blanco que trabajan en la Chile, la gente que me vió un día en el estadio, en los paraderos, en el Metro..., todos tenemos un sentimiento que nos une.
Este pechito símplemente es un ALBOADICTO que ha tenido que estar sufriendo por las torpezas de una madre y una tía CHUNCHAS, pues las dos se han ido confabulando para querer hacerme un daño tan tremendo como el que lo he tenido. Sin embargo, he visto que tengo un sentimiento que las ha hecho olvidar y desaparecer de mi vista, el mismo que tiene cualquier alboadicto cuando se enfrenta a sus más enconados rivales. Es el sentimiento de un COLOCOLINO 100% COLOCOLINO.
Este alboadicto no se pierde ningún partido del Colo por radio, goza de principio a fin, salta de alegría en el triunfo, sufre en la derrota, pero siempre va adelante con el CACIQUE en el corazón..., como ocurre con la mitad más uno de Chilito lindo.
Qué memorable la noche del 5 de Junio de 1991, cuando 66.517 espectadores repletaron el ESTADIO MONUMENTAL y vibraron junto a miles de chilenos esparcidos de Arica hasta la Antártica la obtención de la COPA LIBERTADORES DE AMÉRICA, la única alegría más grande que el fútbol chileno registra en el concierto internacional. Era el equipo de Morón, Garrido, Margas, Cheíto Ramírez, Coca Mendoza, Vilches, Peralta, Espinoza, Pizarro, Lucho Pérez, Barticciotto, Dabrowski, Martínez, Pato Yáñez, Rambo Ramírez, Verdirame, Ormeño, Salgado, Herrera, Leo Soto, Castro, Oteíza, Aníbal Valdivia, Flores, el Pulpo Letelier, Mirko Joziç, Marcelo Oyarzún y otros.
El rival era el Olimpia paraguayo, el escenario era perfecto, los nervios de la final se sentían por todas partes..., hasta que Lucho Pérez hizo saltar a todo un pueblo cuando se jugaban los trece minutos del primer tiempo, repitiendo la gracia a los dieciocho de la misma. La lesión de un aguerrido Coca Mendoza, dio paso a la aparición de un hombre que pasará a la historia por darle la alegría final a cinco minutos del pitazo final. Es Leonel Herrera, hijo del recordado "Chuflinga" Herrera del también recordado Colo-Colo '73. Es el hijo de tigre que hizo dar al pueblo colocolino la gran alegría que ni los chunchos la tienen, menos los cruzados, los zorros y los demás equipos.
Lo gocé como millones de chilenos..., como la gran hinchada colocolina esparcida en el mundo entero..., hasta que me tocó estar más cerca de Colo-Colo hace 6 años, repitiendo el encuentro hace un año.
Y lo demostré el año pasado, cuando el POPULAR llenó el Estadio Nacional por los cuatro costados en los partidos finales de la Copa Sudamericana. Pero fuí al partido que se jugó ante el Toluca mexicano, les llenamos la galucha a los chunchos, se la desinfectamos y ganamos el partido, el día en que le moví el llavero a la Patty Navia en el Sendero Melipilla del Parque Gómez Rojas, con Puesto Bajo de la chuncha incluído y multiplicado por dos.
Y agregue que en Diciembre me llevaron al Monumental a ver el partido de ida de la final del Clausura ante Audax Italiano, con el tres a cero que le otorgó finalmente el Bicampeonato. Realmente la cosa era gozar junto al pueblo, no junto a una patraña de sultanes fundamentalistas, chunchos resentidos y sadomasoquistas que abusan del poder.
Colo-Colo no pierde en el Torneo de Apertura 2007, está luchando por el tricampeonato, por la vigesimosexta estrella. Es el tiempo ya de dejar atrás a los demás.
En lo internacional, la Libertadores fue de sufrimiento y goce, saliendo primero en su grupo, llegando a segunda ronda y cayendo en México ante el América. Pero la noche del 8 de Mayo Monumental será recordada como la noche del sacrificio máximo, porque si bien no pudieron pasar a tercera ronda, ganaron igual, y demostraron en cancha que se puede tener agallas para enfrentar situaciones adversas. Un autogol de Castro y un gol del "Chupete" Suazo, fueron el corolario perfecto para que el pueblo colocolino en masa terminara dando el agradecimiento por jugar el partido más memorable de la justa internacional, y demostrarle a todo el mundo que la raza araucana es indomable. La sangre araucana, nunca vencida, jamás sometida.

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