sábado, 17 de noviembre de 2007

EL PAÍS DE LAS TRANSNACIONALES.

Desde que Chilito lindo fué gobernado por Don Pino y su camada milica, la idea de país libreta ha comenzado a irse a las pailas. Y eso que todo comenzó cuando los chiquichiqui-chiquichaca que iban al norte y a Pancho, no circularon más -por el manso tortazo en el puente Queronque hace 20 añelis atrás- y la Estación Mapocho fué definitivamente cerrada para dicho tráfico.
Las transnacionales comenzaron a quitarnos lo que teníamos a partir de Don Pato y su pandilla, tras veinte años en que le quitamos las minas de cobre a los gringos de la Anaconda y sus parientes. Empezando con Lavados, que vendió el Canal 11 de la U. de Chile a los VENEZOLANOS, los cuales se quisieron saborear nuestro patrimonio televisivo. Las cosas siguieron empeorando en la Copia Felíz del Edén, cuando el narigoncio Frei le dió la mansa pasada a los pepillos, que se torearon carreteras tales como la Ruta 68 a Valpo, la Ruta 78 a San Antonio y Cartagua -bautizada como Autopista del Sol-, la Ruta 57 a Los Andes, y la Panamericana Sur. Los mismos españoles se fueron al chancho vendiendo las SANITARIAS, los TELÉFONOS, la ELECTRICIDAD, los TRENES y hasta la guarifaifa de los pobrecitos mortales.
Aparecen también los canadienses comprando bancos, los cafeteros comprando radios, los yanquis comprando bosques, forestales y minas -Pascua Lama-, los garotos comprando fierros y chatarras, los cuates comprando canales de tevé, y nosotros vendiendo fideos a los cholitos.
Ahora, vemos que las micros están vendidas a los colombianos, a través del Transantiago, plan que se está yendo a las pailas por la inoperancia de la administración de Don Ricky, que quería ver nuestra capital como una ciudad moderna y cachilupi. Pero se quedaron en puros saltos y punes, ya que las troncales parecen cementerios de flaites, las intermodales no existen ni en los cuentos, los chacales del volante no dan la pasada a nadie, y la plaplipla no va al bolsillo del Tata Fisco, sino que se la roban los colombianos.
Queda claro entonces que somos entero de cobardes, por no defender lo que nos pertenece. Ojalá que Chile aprenda la lección.

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