Mafalda Ramírez llamó a mi casa aquella mañana del 10 de Marzo de 1997, para comunicarme la noticia de que el postulante que tenía la carrera asegurada la perdió por problemas de salud y por problemas económicos, por lo que me dieron la gran oportunidad de entrar a la Universidad, cosa que tuvo su recompensa la mañana del 11 de ese mes. Hechos los trámites notariales en la Torre 15, entro a la mole, me mandan a Secretaría de Estudios -donde Mónica Velozo me entrega el Libro Rojo de la Programación Académica-, y me invitan a un Ciclo de Orientación a Mechones para el 13 de dicho mes.
Finalmente, en el día de Santa Patricia, entro a la puerta grande, mis primeras clases y la vida universitaria. Las clases, las pruebas, la Toma, los idílios, los Exámenes..., y el nacimiento de la marca que quedará grabada a fuego entre códigos y leyes.


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